El aroma de la playa impregnado en la piel, el azul del cielo haciendo brillar tus ojos y tu sonrisa atrayendo mi mirada como cada instante de mi vida que pueda recordar.
No importa ninguna palabra que hayamos dicho en el pasado, ninguna caricia dada, ninguna sonrisa entregada, ninguna lágrima permitida. Solo importa la arena bajo los pies, el rugido del mar envolviéndonos y mi corazón, acelerándose en el pecho.
Te miro y olvido todas las inseguridades que envuelven mi vida. Olvido los rumores, los comentarios hirientes e incluso mi propia paranoia. Porque tú no ves nada de eso, así que yo puedo fingir que no existe. Porque contigo puedo esconderme de todo y dedicarme, por un maravilloso segundo a sonreír. A sonreír DE VERDAD.
Te inclinas y me besas. Y entonces el mundo se para durante un instante de duración indefinida, y cuando nos separamos y el mundo vuelve a girar yo puedo jurar que es un lugar menos solitario, menos frío e interesado. O quizás solo sea el calor de tu piel, que lo vuelve todo más cálido.
¿A quién le importa?
